miércoles, 13 de marzo de 2013

Breve relato sobre cómo nos ponemos a hacer las cosas


  IN-
El tema de la inacción es uno recurrente en mí. No por vago, ok, no taaanto por vago, pero porque pensando que deberé afrontar una nueva situación, me dedico entonces a considerar todos los ángulos que pueda concebir para tacklear efectivamente a tu vieja lo que sea que me propongo hacer . Con suficiente imaginación y tiempo, eso hace muchos ángulos.
De golpe me doy cuenta que pasaron 3 horas y todavía no decidí si es mejor ir primero al chino a comprar comida, luego dar la vuelta por la esquina de enfrente (que asumo es más rápido), buscar la ropa de la lavandería y (cargando la bolsa) ir hasta la avenida a cargar la SUBE, o si existe una forma mejor de organizarme.
Y a todo esto, aparte le agregás que llueve y sabés que te vas a empapar el alma y las partes más tangibles de tu ser, a saber: las bolas.
Te lo rearmo y te hace el desayuno

No me tengo confianza en actividades físicas que no tengan algo de tecnología. Los chips y las cosas que hacen BEEP y BOOP me tranquilizan. Salvo Betty Boop, me resulta extrañisima. Asumo que hay una cierta lógica a la cual puedo minimamente referirme  y en el peor de los casos, si todo se va al carajo, digo "probaste reiniciando?" y listo.
Pero ahora, instalar un mueble, tomar medidas de algo y calcular si no estoy dejando todo torcido y pensar "pero acaso va un clavo en este material o alguien va a venir y me va a decir 'pero cómo se te ocurrió poner un clavo justo sobre adobe?, no sabés que para eso se usa otra cosa?'" o imaginar que toda pared que toco tiene justo detrás tuberías vitales para el correcto funcionamiento de la vida, todo eso me frena poderosamente.
La única excepción que puedo pensar a eso es el destornillador. Por maña y/o costumbre, me siento más que cómodo con un destornillador, me siento armado y listo para hacerle un hadouken a la vida.

Creo que me tomó 2 semanas aceptar la idea de cambiar la cortina de la ducha. Tiene hongos hace rato. Me tomó un par de días más pensar bien como limpiar hongos de una cortina. Curiosamente, me tomó 3 minutos   romperla accidentalmente cuando estaba tratando de lavarla. Eso, por suerte, aceleró la aceptación de ir a conseguir una nueva cortina.

Lo veo juzgandome. 
Esta inacción constante es a su vez una acción. Provoca resultados y tiene consecuencias. La más directa es un hastío hacia mi mismo, que alterna entre pensar ( y por ende, seguir sin hacer nada) lo diversamente inútil que soy y lo rápido que moriré en un apocalipsis zombie de las causas más boludas (suelo apostar a envenenamiento por comida en mal estado, o tétanos que se cagan en mis vacunas) o, y esto es menos entretenido que considerar el fin del mundo, sentirme simplemente una lacra, un lumpen y cualquier otro tipo de ser parasitario que ha llegado hasta donde llegó por providencia divina nomás. Onda los peces que acompañan a las ballenas y les limpian las aletas, pero menos útil. Sería el pájaro que acicala elefantes, pero que dice "hoy no, es feriado". Todo esto mientras veo como mi falta de iniciativa hace que los problemas que me detenían antes siguen ahí, seguramente silbando y mirando al cielo haciendose los que tienen todo el tiempo del mundo, o empeorando porque requerían cierta velocidad de reacción superior a la de un caracol paralítico.
Todo este amor propio va creciendo y creciendo y cuando ya estoy al borde de abrazarme y felicitarme por lo buen ser humano que he sido(probablemente con palabras alentadoras como "basura","pelotudo" y "querido", que va antes de las otras 2), surge la acción.

-ACCIÓN
Mentiría si digo que empieza con un grito de "al carajo todo", pero una de las gracias de contar algo es que se espera que lo embellezcamos. Por eso el relato pertenece al género exagerativo.
Dotado de una energía que me hace pensar que mi sangre está hecha de speed y anfetas luego de tantos años de abuso, hago. Escribo un trabajo en una noche, leo las 4 investigaciones de 78 páginas(sin contar bibliografía citada y etceteras), hago la mudanza de objetos que tenía pendiente, voy finalmente al médico a hacerme ver ese grano, pago por la cortina que pensé en comprar allá por el 2003, entro a una ferretería como un niño a una juguetería con 50$ regalados por el nono, limpio la casa, reorganizo la mascota y le doy de comer a la ropa.
Si, no todo sale espectacular, hay cagadas en el medio, pero noto finalmente que no son tan graves como las imaginaba. Acepto por enésima vez una de las máximas que me repito cual mantra "por sobre todo, la vida sigue" y me siento satisfecho. He aquí actos, creación real. Donde no había nada hay ahora algo y yo he sido el motor de ese cambio. Salvo cuando había algo y no debía haber nada y finalmente saco la bolsa de basura. Mismo principio.

/END
Pasado este rush de energía que sonroja a Flash, Sonic y Speedy Gonzales en mi mente, único lugar donde existen aparte de mi corazón, ocurre la introspección analítica.Quiero entender que fue lo que pasó que me motivó a salir del pozo de mierda en el que me hundía por inercia, a ver si puedo sacar algo provechoso de todo esto y acelerar mi digievolución a un ser más mejor.
De este tipo de secuencia aprendí que caigo en la inacción en momentos que suelen ser relajados en obligaciones. Dicho de otro modo, si no TENGO que hacer algo, pero CONVENDRÍA que lo haga, es muy probable que tarde mucho en ocurrir. Si aparte este deber es hacia otro ser humano, seguramente lo hago, pero cuando la tarea es de mí a mí (llamemoslo escala de mi), tiendo a demorarla.
Aprendí también que todo esto no es un fenómeno que me ocurre solo a mí, oh pobre mortal, sino que es moneda corriente en la gente. Por eso hay tendencia a comenzar actividades grupales, a convertir responsabilidades individuales en proyectos colectivos. En mi caso, como en el de tantos otros, la idea de perjudicar a un tercero por las falencias propias es suficiente motivador como para ponerse las pilas, dejarse de joder y hacer las cosas de una puta vez carajo,mierda, como bien supo expresar la pensadora argentina Mirta Legrand.
Me quedo, entonces, más convencido de la necesidad fundamental de estar 'inserto en la vida', es decir de contar con lazos sociales y afectivos con otros lo suficientemente fuertes para vernos siempre obligados a rendir bien, en favor de los demás. Somos criaturas sociales, no hay con que darle.

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