viernes, 26 de julio de 2013

El no-lugar irresponsable

Día a día vivimos pasamos por situaciones donde nuestra comodidad, nuestro espacio, por una razón u otra deja de existir. Nos subimos a un colectivo lleno y nos apretujamos entre la gente. Estamos en una cola de supermercado a punto de cerrar, un cajero que se queda sin guita, etc.
Físicamente, de golpe, compartimos piel y contacto con seres a los que no les dimos permiso (y viceversa) y, a la vez, entendemos que esta violación es inevitable.
Por más que me desagrade el tipo de atrás empujando, sé que si no lo hace no va a subirse a este bondi.

Muchas de estas situaciones se dan por tratar de usar un recurso saturado o un servicio que no tiene la capacidad de funcionar con la calidad mínima que presuponemos, esto lo sabemos todos. Que no haya suficientes colectivos y que se llenen algunos de la forma en que se llenan no es culpa del colectivero, ni del señor de adelante ni de la nena de 3 que está llorando en el asiento del fondo, y esto lo podemos aplicar en muchos escenarios que nos causan desagrados en nuestra vida cotidiana. Hoy lo viví con el Hospital Italiano, viendo como dejaban a la deriva a una vieja de 70 y tantos en silla de ruedas y su amiga, a la espera de una ambulancia que no sabían cuando vendría, sin familiares u conocidos que supieran donde estaban.
Me dio bronca, mucha bronca. Me enojaba mi angustia, mi sentimiento de repulsa ante una realidad que conocía pero que no veía frente a mí siempre, mi ingenuidad al enojarme por un mundo no perfecto, todo.  Pero en toda esta bronca y ese miedo a verme alguna vez en la situación de estas señoras traté de darles una mano y ponerme a averiguar donde venían las ambulancias a anunciarse, si existía una lista de espera, algo.  El desencadenante fue un enfermero que pasó frente a las señoras y, interpelado por una de ellas, decidió ignorarlas y entrar a la guardia dejando a las otras hablandole al aire. Me levanté, lo seguí y le pregunté por direcciones para las ambulancias. Lo primero que me dijo fue que él no se encargaba, pero que (la señora) hable con el guardia de seguridad del pasillo lejano, algo que le hice notar era imposible dada la silla de ruedas, la edad y que el guardia estaba en otra completamente.  El enfermero se excusó y se tomó el palo. El guardia señalado me dijo que él no se encargaba de eso, pero que le preguntara a (y señaló a un médico) ese tipo.  Ese tipo, ocupado como estaba me contestó que las ambulancias se anuncian solas y que los camilleros son quienes se encargan de acercar a los pacientes. Cuando pregunté por la ubicación de los camilleros, dijo que no sabía, que pregunte por ahí.
Finalmente volví derrotado y le dije a la señora de la silla de ruedas (y a su amiga) que le ofrecía llevarla a la sala de espera de al lado, donde por lo menos había más pacientes y gente esperando, así no estarían solas y abandonadas.
Lo que me sorprendió de esta desventura era como cada persona a la que le hablaba trataba primero de desligarse del asunto, de no tomar responsabilidad. Entendía que eran todas personas ocupadas, laburando a todo pulmón en un hospital abarrotado de pacientes y desnutrido de personal, y que recriminarles su falta de humanidad era un despropósito. Pero ciertamente algo me jodía. No era una culpa individual, humana, y a la vez recaía en todos. Ante una demanda de esfuerzo tan grande, cada uno de los participantes sacrificaba tacto en pos de eficiencia. A la vez esto dejaba gente completamente desprotegida. Se creaban no-lugares conceptuales. Espacios que existían donde la responsabilidad de uno ya había terminado pero la del otro no llegaba a empezar.
La mezcla de violencia por contacto impuesto, por apretujamiento cual sardina, por estar tan pegado a otros y a la vez tan solo (porque ahí percibimos que el prójimo al cual estamos desesperadamente tratando de evitar clavarle el codo en la nuca, pero no llegamos a agarrar la baranda no va a hacer una mierda por nosotros, no lo esperamos realmente) realmente deshumaniza. Por esas razones nos sorprende ver actos "solidarios" (que no son más que sentido común, alteridad y una combinación de capacidad y provecho) en estos lugares.  Llaman a un acto de contacto que es cada vez más escaso en una sociedad que, a medida que progresa, puja por la máxima individualidad aisladora.

miércoles, 24 de julio de 2013

Popurrí

Chequeo de seguridad en la AMIA:
El señor (grandote, un arma al costado) mira mi dni, mi morral y mi cara. Me pregunta "tenés un familiar xxxx yyyy, en Bahia Blanca?", le contesto "no, pero tengo un xxxxx yyyyy en Capital, pediatra"; me vuelve a mirar a la cara, pasan 2 segundos y dice "ok, pasá".  Toda la seguridad moderna que quieras, pero nada le gana a la red de conocidos de la cole.


Charla en colectivo con anciano:
Veo a un anciano parado pegado a mí en el bondi, le pregunto si quiere que le consiga asiento. Me sonríe, me agarra fuerte el brazo y contesta "todavía puedo bancarme solo, aparte ya en poco todos se bajan", pasa un ratito y agrega "bajarme, sentarme, da lo mismo, en poco me acuesto y no me levanto más"

Se nos corta la luz:
En horas pasamos de tener baja tensión en la casa a no tener luz a volver a tener baja tensión. Se cagan las luces de la huerta, la computadora, no se puede escuchar música y desenchufamos la heladera (que tiene el hábito de desenchufarse sola cuando abrís un nuevo sache de leche, de todas maneras). De golpe irse a dormir a las 10 de la noche tiene sentido.


Información errada:
Mando curriculum a 50 lugares. Veo de golpe que tiene mi viejo numero de celular (robado recientemente). Pienso que a mi manera estoy ayudando a reducir el desempleo, darle laburo a un chorro es mejorar la calidad de vida de todos! Luego mando otros 50 emails diciendo "disculpen, me robaron, la información nueva es xxxxx"

domingo, 19 de mayo de 2013

Las diferencias de idioma

o "Me quisieron cagar 50 pesos"


Fui hoy al mediodía a mi supermercado chino genérico de "acá a la vuelta" para comprar elementos para un guiso. Calculé que si por 15pé me hago alto guiso (hace unos meses), hoy el challenge sería lograr un alto guiso en menos de 25pé.

Decidí, aparte, que si ahorraba en la calidad de los garbanzos, compraba papa negra y usaba algún rejunte de lo que queda en la heladera, llegaba al item preciado: un chorizo colorado (10 pesitos lo que sale)

Así mentalizado, agarré la guita que tenía de la compra de anoche (masa pasa empanadas, queso y una stella) , el vuelto de un Roca y salí.

Compré mis cosas, llegué a 23 pesos y me faltaba pasar por la verdulería. Pero al pagar, sacando un billete de 50, la cajera me dice que es falso. No muy falso, onda San Martín con pelada y barba, disimulando, pero lo suficientemente falso como para darse cuenta si se lo mira detenidamente.
Me averguenzo, pienso "mierda, va a creer que le quise encajar un billete trucho, que cagada", pago de otra forma y vuelvo a mi casa, dejando el sueño de la verdulería atrás.
Pero ya en mi hogar pienso "pero un momento, esta es la guita que saqué del jean con el que compré anoche las cosas, nunca metí mano ahí. La china me encajó un trucho ayer!". Por suerte (en realidad, por vagancia) encuentro en el mismo jean tirado, hecho un bollo, el ticket con la hora de la compra.

Vuelvo al chino, billete, ticket e indignación en mano. Veo que la señorita tiene de golpe una cola larga, así que aguanto a que terminen de comprar 13 quilmes unos borrachines y me le acerco. No hay nadie más atrás mío esperando. Le digo "el billete en realidad me lo dieron anoche acá, tengo el ticket de compra, dice la hora, tenés cámaras, nos podemos fijar." Y empezó una discusión. Que subió de tono. Que pasó por idiomas.  Que atrajo gente.  Que quilombo.
La china ,llamemosla Caja(a no confundir conmigo) porque siempre que le gritan en el super dicen "cajaaaaaaa!" y ella contesta algo, empezó a decirme que no, ellos nunca dan billetes truchos y que LUCAAAS, puede que yo le cambie algo y quiero ahora encajarselo a ella y LUCAAAAS CIN-CUENTA, y que si no me fijé ayer es mi culpa. Y le voy contestando. Que no me fijé ayer fue un error mío, si, presupuse que no daban billetes falsos acá, como ella bien me informa. Que tengo el horario de la compra, y recuerdo bien que pagué con 100 y le di 2 pesos, para hacer más fácil el vuelto. Llega a todo esto Lucas (creo), el señor encargado de las cámaras, y empieza a hablar en algún dialecto que voy a presumir es koreano con Caja. Caja le contesta, me mira, le vuelve a decir algo. Agarra el billete de 50, lo vuelve a comparar con otro, me dice "pelo bueno, toma, no discuta más" y me da 30 pesos y el de 50 trucho. Fue tan sencillo enojarme. Le dije que no quería limosna, ni joder a nadie, pero no quiero que me deje en una posición complicada con un billete que no le puedo dar ni a la iglesia, quiero lo que me corresponde que es un billete enteramente funcional para poder seguir comprando las cosas de mi puto guiso que todavía no me puse a hacer. A mi enojo respondió el de ella. Y empezó a gritarme en lo que ella debía creer que todavía era castellano, pero claramente esa convención idiomática la habíamos pasado hacía 1 minuto.  No le entendia nada de lo que me gritaba, y la veía agitar billetes y señalarme y cada tanto decir "no acá no" y "tlucho". Lucas estaba parado al lado mío mirandome con cara de pocos amigos, y la cola se había llenado de lo que más tiene para ofrecer Paternal un domingo al mediodía: Viejas chismosas con bolsas de compras.
Como cliente estaba enojado y dolido, pero como antropólogo no podía evitar estar más dolido porque no sabía como explicarle que en situaciones de stress ella regresaba a convencionalismos pre-migrativos y me hablaba en un idioma que yo no entendía, rompiendo así la posibilidad de dialogo.
Sabía que mientras más tiempo pasara, menos chances tendría, mi propio enojo dejaría lugar a la vergüenza frente a la viejas, la china, armar lío, todo. Tenía que hacer algo para evitar acobardarme. Ganó el cliente: me empezó a decir "andate" Caja, y me salió un "maisvatefairefoutre"* en francés, colérico,  mientras pensaba en como hacerle entender que no me iba a dejar cagar. Me hice a un lado, dije "cobrale a esta gente, así pueden seguir, pero fijate con qué les pagás" y creo que Caja se enojó más, pero me chupaba un huevo.
Finalmente, me dio un billete de 50 (bueno, verifiqué frente a ella) y se quedó con el trucho.
Me puteó y me dijo que no vuelva con engaños o algo así. Me di vuelta, vi a la verdulera observando todo y pensé "acá si que no compro papa" y me fui.

Una hora más tade:




Tiene gusto a victoria
*pero andá a hacerte cog/jer, textualmente.

jueves, 28 de marzo de 2013

abuelito dime tu

Llamó mi abuela alterada, el abuelo no andaba bien. Llegué lo antes posible. Ya se había calmado, pero venía de un episodio de mareo fuerte, creía que se tenía que bañar, trató de desvestirse y se agarró a las puteadas cuando le dijeron que no.

Esperando a los médicos, hablamos. Haciendo tiempo entre las pruebas (mientras los médicos tomaban café con la abuela), seguimos hablando.
Le tengo mucho cariño a mi abuelo, y sé muy poco de él. Nunca fue un hombre de muchas palabras, y a medida que él envejecía y empeoraba su salud, se volvía cada vez más reservado. Al día de hoy, su sordera y sus recuerdos se llevaron lo mejor de él, pero aún así cada tanto (siempre con una cama de hospital o una sonda de por medio) hemos podido charlar un poco.

Hablamos de Raúl, su primer hijo, nuestro desaparecido. Me decía que lamentaba su muerte, que con los años seguía creyendo que era su culpa y que nada que hubiera pensado en este tiempo lo convencía de lo contrario.
Me contó como ellos se distanciaron con la política, y como, cada vez que a Raúl le agarraba un ataque de asma, volvía corriendo a casa para que la abuela le pusiera un inhalador.
Me dijo que le gustaba ser vendedor, nunca le interesó realmente su trabajo, pero le gustaba charlarle a la gente y venderles, lo que fuera. Raúl quiso trabajar con él por un momento, pero era discutidor. Nunca resultó.
Admitió que la abuela habla maravillas de mi vieja, pero solo a él, y que mi vieja ha sido desde siempre "la generala'. Me dijo tantas cosas con tan pocas palabras, y en un momento se me ocurrió algo terrible, tan claro:  Iba a morir, iba a haber gente recordándolo y yo de él solo conocí un pedazo pequeño, una disminución de todo lo que fue como persona. And I cried like a little bitch.

domingo, 17 de marzo de 2013

Me hago el entendido de música...

...pero sigo confundiendo a Ray Charles y Stevie Wonder, en la categoría de "negro musicalmente dotado y ciego"
Es difícil escribir con una sola mano, pero el forro del gato se siente en pleno derecho a estar durmiendo entre mi panza y la traba que hace mi brazo, solo para que no se empiece a caer y use las garras para mantenerse equilibrado. Porque si hay algo que valoro más que la comodidad del gato es la integridad de mis piernas.
A la vez, pensando en esto, me doy cuenta que no conozco muchos temas en los que prefiero la versión en vivo tocada años después que la de estudio. Y si, soy cómodo con el sonido. Y no me vengan con las versiones del 200x de bandas que fueron grosas en los 70.  Adoro Yes y los rollin' pero me estás comparando manzanas con... no se, compota de esa que está más barata que todas en el chino y pensás en comprarla porque creés que se confundieron con el precio y total ¿qué tan mal te va a hacer, si es solo compota?*

Y ya que estamos hablando de música, que bien que Strokes vuelve a sus raíces. Había dejado mi fanatismo por la banda en los 3 primeros albums así que no conocía Angles, su producción del 2011. Y la verdad, no me estaba perdiendo de mucho. Pero ahora escuché All the time y me gustó. Mi inner fana del género se regocija y revive. Entre esto y encontrar que realmente me cabe Vampire Weekend, con sus soniditos que rozan lo ridiculamente gay entre letras copadas (salvo horchata, no entiendo ese tema) y que te motivan a cantar el coro de CUALQUIERA de sus temas, estoy contento, musicalmente hablando.


* En la etiqueta dice, chiquitito: "puede contener trazas de manzana." Y te calma, no?


miércoles, 13 de marzo de 2013

Breve relato sobre cómo nos ponemos a hacer las cosas


  IN-
El tema de la inacción es uno recurrente en mí. No por vago, ok, no taaanto por vago, pero porque pensando que deberé afrontar una nueva situación, me dedico entonces a considerar todos los ángulos que pueda concebir para tacklear efectivamente a tu vieja lo que sea que me propongo hacer . Con suficiente imaginación y tiempo, eso hace muchos ángulos.
De golpe me doy cuenta que pasaron 3 horas y todavía no decidí si es mejor ir primero al chino a comprar comida, luego dar la vuelta por la esquina de enfrente (que asumo es más rápido), buscar la ropa de la lavandería y (cargando la bolsa) ir hasta la avenida a cargar la SUBE, o si existe una forma mejor de organizarme.
Y a todo esto, aparte le agregás que llueve y sabés que te vas a empapar el alma y las partes más tangibles de tu ser, a saber: las bolas.
Te lo rearmo y te hace el desayuno

No me tengo confianza en actividades físicas que no tengan algo de tecnología. Los chips y las cosas que hacen BEEP y BOOP me tranquilizan. Salvo Betty Boop, me resulta extrañisima. Asumo que hay una cierta lógica a la cual puedo minimamente referirme  y en el peor de los casos, si todo se va al carajo, digo "probaste reiniciando?" y listo.
Pero ahora, instalar un mueble, tomar medidas de algo y calcular si no estoy dejando todo torcido y pensar "pero acaso va un clavo en este material o alguien va a venir y me va a decir 'pero cómo se te ocurrió poner un clavo justo sobre adobe?, no sabés que para eso se usa otra cosa?'" o imaginar que toda pared que toco tiene justo detrás tuberías vitales para el correcto funcionamiento de la vida, todo eso me frena poderosamente.
La única excepción que puedo pensar a eso es el destornillador. Por maña y/o costumbre, me siento más que cómodo con un destornillador, me siento armado y listo para hacerle un hadouken a la vida.

Creo que me tomó 2 semanas aceptar la idea de cambiar la cortina de la ducha. Tiene hongos hace rato. Me tomó un par de días más pensar bien como limpiar hongos de una cortina. Curiosamente, me tomó 3 minutos   romperla accidentalmente cuando estaba tratando de lavarla. Eso, por suerte, aceleró la aceptación de ir a conseguir una nueva cortina.

Lo veo juzgandome. 
Esta inacción constante es a su vez una acción. Provoca resultados y tiene consecuencias. La más directa es un hastío hacia mi mismo, que alterna entre pensar ( y por ende, seguir sin hacer nada) lo diversamente inútil que soy y lo rápido que moriré en un apocalipsis zombie de las causas más boludas (suelo apostar a envenenamiento por comida en mal estado, o tétanos que se cagan en mis vacunas) o, y esto es menos entretenido que considerar el fin del mundo, sentirme simplemente una lacra, un lumpen y cualquier otro tipo de ser parasitario que ha llegado hasta donde llegó por providencia divina nomás. Onda los peces que acompañan a las ballenas y les limpian las aletas, pero menos útil. Sería el pájaro que acicala elefantes, pero que dice "hoy no, es feriado". Todo esto mientras veo como mi falta de iniciativa hace que los problemas que me detenían antes siguen ahí, seguramente silbando y mirando al cielo haciendose los que tienen todo el tiempo del mundo, o empeorando porque requerían cierta velocidad de reacción superior a la de un caracol paralítico.
Todo este amor propio va creciendo y creciendo y cuando ya estoy al borde de abrazarme y felicitarme por lo buen ser humano que he sido(probablemente con palabras alentadoras como "basura","pelotudo" y "querido", que va antes de las otras 2), surge la acción.

-ACCIÓN
Mentiría si digo que empieza con un grito de "al carajo todo", pero una de las gracias de contar algo es que se espera que lo embellezcamos. Por eso el relato pertenece al género exagerativo.
Dotado de una energía que me hace pensar que mi sangre está hecha de speed y anfetas luego de tantos años de abuso, hago. Escribo un trabajo en una noche, leo las 4 investigaciones de 78 páginas(sin contar bibliografía citada y etceteras), hago la mudanza de objetos que tenía pendiente, voy finalmente al médico a hacerme ver ese grano, pago por la cortina que pensé en comprar allá por el 2003, entro a una ferretería como un niño a una juguetería con 50$ regalados por el nono, limpio la casa, reorganizo la mascota y le doy de comer a la ropa.
Si, no todo sale espectacular, hay cagadas en el medio, pero noto finalmente que no son tan graves como las imaginaba. Acepto por enésima vez una de las máximas que me repito cual mantra "por sobre todo, la vida sigue" y me siento satisfecho. He aquí actos, creación real. Donde no había nada hay ahora algo y yo he sido el motor de ese cambio. Salvo cuando había algo y no debía haber nada y finalmente saco la bolsa de basura. Mismo principio.

/END
Pasado este rush de energía que sonroja a Flash, Sonic y Speedy Gonzales en mi mente, único lugar donde existen aparte de mi corazón, ocurre la introspección analítica.Quiero entender que fue lo que pasó que me motivó a salir del pozo de mierda en el que me hundía por inercia, a ver si puedo sacar algo provechoso de todo esto y acelerar mi digievolución a un ser más mejor.
De este tipo de secuencia aprendí que caigo en la inacción en momentos que suelen ser relajados en obligaciones. Dicho de otro modo, si no TENGO que hacer algo, pero CONVENDRÍA que lo haga, es muy probable que tarde mucho en ocurrir. Si aparte este deber es hacia otro ser humano, seguramente lo hago, pero cuando la tarea es de mí a mí (llamemoslo escala de mi), tiendo a demorarla.
Aprendí también que todo esto no es un fenómeno que me ocurre solo a mí, oh pobre mortal, sino que es moneda corriente en la gente. Por eso hay tendencia a comenzar actividades grupales, a convertir responsabilidades individuales en proyectos colectivos. En mi caso, como en el de tantos otros, la idea de perjudicar a un tercero por las falencias propias es suficiente motivador como para ponerse las pilas, dejarse de joder y hacer las cosas de una puta vez carajo,mierda, como bien supo expresar la pensadora argentina Mirta Legrand.
Me quedo, entonces, más convencido de la necesidad fundamental de estar 'inserto en la vida', es decir de contar con lazos sociales y afectivos con otros lo suficientemente fuertes para vernos siempre obligados a rendir bien, en favor de los demás. Somos criaturas sociales, no hay con que darle.

martes, 5 de marzo de 2013

I left my wallet in el segundo

habrá plustrabajo en la mano de obra calificada
Ayer se terminó la relación que venía teniendo con una chica desde hacía casi un año.
Por suerte, mejor dicho, por la madurez de las partes que estaban contractualmente vinculadas, terminó todo bien:
Nos juntamos a charlar tomando algo, me dijo que estaba enamorada, le agradecí el cumplido, me aclaró que no era de mí, le agradecí la honestidad, me pasó la taza, le agradecí el gesto.  Y resulta que así fue.

Como corresponde a todo proceso de separación, nos dijimos cosas muy honestas y cargadas de sentimiento, a saber:

Siempre que estabamos con el otro, nos guardabamos los pedos
Esto es algo que deseo poder cambiar en el futuro. Hay una libertad que solo conozco de ver tele y hablar con gente más cool que yo, en poder tirarse pedos frente a/con la pareja. A lo sumo acordar que si es algo fuerte, te lo respirás todo vos, o algo así. Me imagino en un futuro una relación tan integral y profundamente ligada que los pedos ajenos se conviertan hasta en competencia divertida. Un hombre puede soñar...


Nos deseamos lo mejor
Es algo que parece muy evidente, borderline tonto dicho así nomas. Pero detenete un segundo a pensar. ¿Con cuantas personas tuviste una relación medianamente duradera y partieron en buenos términos? En honestos buenos términos? No solo en honestos buenos términos sino esperando activamente que la otra persona consiga todo lo que quiere y la pase genial y sea tanto o más feliz de ahora en más de lo que fue estando con vos?

Comparado a lo que suelo escuchar "en el mismo grupo etario y nivel socioeconómico y haciendo un recorte demográfico pertinente", es decir la gente que me habla, mas o menos,  esto no es moco de pavo. Ni moquito de pavita. De hecho es un jodido logro que habla de un buen auto-cuidado. Si esto fuese una revista de esas yankis boludas, diría que es un achievement en el camino del self-improvement.  Por suerte no, no es el caso. La mayoría de mis respuestas son [◙] así que me da que soy honestamente autointeresado, pero que conoceré a mi amor en unas vacaciones místicas en Hawaii.

Reconocimos lo que sentíamos
En mi caso fue muy fácil, yo estaba terriblemente incómodo, pero cuando me cambié de asiento pudimos hablar lo más bien. Sabíamos que no entramos a esto enamorados profundamente, y habiendo estado los dos enamorados en algún punto de nuestras vidas reconocimos las señales. Pudimos apreciar las experiencias positivas del tiempo que tuvimos juntos, las divertidas manchas que quedan en el colchón, los hábitos que se nos hacían fantabulásticos y otras sarasas.

Acordamos ser amigos
Esta es la parte difícil. Juntá a un retardado social como yo con la carga de sentimientos!! y esperá que pase algo bueno sin que trate de escaparse por la ventana. Esto es en realidad un compromiso a verse en el tiempo. De acá a unos meses podré decir si esto fue un deseo irreal que duró menos que un pedo en un tornado, en otro tornado pero que gira para el otro lado, o si realmente hemos podido mantener una amistad que trasciende la chanchada. Es un esfuerzo de a dos. Que sean otros dos, loco, hoy ando vago.


Así que eso ocurrió, y ahora la vida sigue.