jueves, 28 de marzo de 2013

abuelito dime tu

Llamó mi abuela alterada, el abuelo no andaba bien. Llegué lo antes posible. Ya se había calmado, pero venía de un episodio de mareo fuerte, creía que se tenía que bañar, trató de desvestirse y se agarró a las puteadas cuando le dijeron que no.

Esperando a los médicos, hablamos. Haciendo tiempo entre las pruebas (mientras los médicos tomaban café con la abuela), seguimos hablando.
Le tengo mucho cariño a mi abuelo, y sé muy poco de él. Nunca fue un hombre de muchas palabras, y a medida que él envejecía y empeoraba su salud, se volvía cada vez más reservado. Al día de hoy, su sordera y sus recuerdos se llevaron lo mejor de él, pero aún así cada tanto (siempre con una cama de hospital o una sonda de por medio) hemos podido charlar un poco.

Hablamos de Raúl, su primer hijo, nuestro desaparecido. Me decía que lamentaba su muerte, que con los años seguía creyendo que era su culpa y que nada que hubiera pensado en este tiempo lo convencía de lo contrario.
Me contó como ellos se distanciaron con la política, y como, cada vez que a Raúl le agarraba un ataque de asma, volvía corriendo a casa para que la abuela le pusiera un inhalador.
Me dijo que le gustaba ser vendedor, nunca le interesó realmente su trabajo, pero le gustaba charlarle a la gente y venderles, lo que fuera. Raúl quiso trabajar con él por un momento, pero era discutidor. Nunca resultó.
Admitió que la abuela habla maravillas de mi vieja, pero solo a él, y que mi vieja ha sido desde siempre "la generala'. Me dijo tantas cosas con tan pocas palabras, y en un momento se me ocurrió algo terrible, tan claro:  Iba a morir, iba a haber gente recordándolo y yo de él solo conocí un pedazo pequeño, una disminución de todo lo que fue como persona. And I cried like a little bitch.

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